¿Quién no se fantasea con una vida donde pueda ir de punto A a punto B sin misiones secundarias? ¡Ajaaá, YO! Sería increíble llegar a la tierra prometida donde todo fluye y yo, aventurera incansable, atraviezo ese pasaje sin percances.
Pero de nuevo, vuelvo a la realidad de mi escritorio, frente a mi, las casualidades del día a día y abrazada de mi mapa me doy cuenta que me aferro con los nervios de punta a mi fuente de neurosis.
Hoy tengo que aprender a amar las vueltas y revueltas, a sacudirme un poco y dejar que las casualidades me guíen a las mejores partes de mi viaje.